Conozco una mujer que se llama Irene Gómez González, ingeniera informática reconocida y responsable de la herramienta tcheck, aplicación de gestión y revisión de activos de envergadura internacional en un «sector de hombres».

La informática y los prejuicios

En la actualidad, a pesar de los esfuerzos por equilibrar el número de profesionales dedicados al sector de la programación, el oficio es ejecutado mayormente por hombres (el 90,7% en España según «El Economista») e incluso ha desarrollado ciertos clichés que dificultan la entrada de las mujeres al sector.

Sin embargo, los comienzos de la programación fueron muy distintos, y es que no son pocas las mujeres que, a lo largo de la historia, han dejado huella en el mundo de la computación. Es el ejemplo de Ada Lovelace, a quien se le reconoce por crear el primer algoritmo en ser procesado por una máquina, lo que le convierte en la primera programadora de ordenadores.

Fue en 1980, cuando esta tendencia comenzó a cambiar. Este cambio se atribuye en gran parte a la introducción del ordenador doméstico. Dichos ordenadores eran más bien un pasatiempo en los que se podía jugar a juegos muy simples y salieron a la venta dirigidos casi exclusivamente a los hombres. Este hecho es el que ha dado forma a la narrativa actual de la revolución tecnológica.

Es por esto, que le hemos preguntado a Irene lo siguiente: